Los Garroteros de Vera del Tuy

las habladurias del mastro

Si bien es cierto, algunas personas se estarán preguntando ¡Bueno! ¿Y qué quiere decir este viejo con ese término “Los Garroteros”? Eso no es otra cosa que aquel que carga un garrote; y de “Vera”, el cual es un árbol cuyo nombre científico es Bulnesia arborea, muy conocido por la gente.

Generalmente es de zonas muy cálidas, visto muy poco en las regiones montañosas.

En Los Valles del Tuy, hacia los sectores de Pitahaya, Las Tres Letras, Salamanca, extendiéndose por el municipio Simón Bolívar y otros lugares, se consigue mucho este árbol, que tiene la particularidad de ser muy fuerte y a veces hasta exagerado en lo que a dureza se refiere.

Un tronco de Vera, cortado en el paso de luna adecuado, no le entra ni clavo y cuando le arriman una grapa, y la martillan hay que tener cuidado porque la misma brinca de una manera que puede hasta herir a una persona.

Pero este árbol encierra sus misterios. Por ejemplo en los tiempos de antes, cuando los machos no usaban pistola, ni revólveres o cualquier cosa parecida, lo que se usaba era un Garrote de Vera Encabullado. El hombre que era guapo y peleador, siempre tenía un garrote de vera guindada en la faja de la cintura, y habían carajos que se la metían por debajo de la blusa, que casi nadie se daba cuenta que cargaba una vera.

Esto se usaba más que todo para protegerse de muchas cosas. Para defenderse de algún perro bravo, algún otro animal y hasta de otra persona que venga con vaina o a buscar camorra, por lo que el hombre que era aventurero, caminador y parrandero, nunca salía sin su garrote terciado en la cintura.

EL RITUAL DE PREPARAR UN GARROTE DE VERA

Ahora bien, el misterio de hacer el Garrote de Vera, no era nada mas cortarla, pelarla y lijarla; no señor.! Esto tiene sus misterios que se realizan al momento de fabricar un garrote.

Fíjense ustedes, primero para que un garrote quede como debe ser, tiene que cortarse de un árbol de vera que tenga más de quince años, a un tercer día de luna de menguante.

El machete que se debe usar para cortar la rama donde se va hace el garrote, debe tener como mínimo quinientas tareas trabajadas, que haya cortado por lo menos 200 palos de leña, y unos trecientos estantillos para empalizada.

Una vez que ya se ha cortado la rama conque se va a fabricar el garrote, se debe pelar con una navaja que previamente haya estado en el sereno por siete días, y después que el garrote esté desconchado totalmente se debe embadurnar con cebo de culebra tigra mariposa.

Hay después que está todo listo, un viernes Santo a las seis de la tarde, se le reza la oración a San Miguel Arcángel y a San Gerónimo, con siete Padres Nuestros y Tres Ave Marías. Luego se entierra en un hormiguero bravo por siete días más, y cuando se saque de ahí es donde se le encabulla el agarradero con mecate curado con cebo de zorro.

En este tiempo es cuando el garrote ya está listo para ser usado.

Bulnesia arborea arbol de Vera

HOMBRES RÍSPEROS CON UN GARROTE EN LA MANO

Fíjate tu como es la vaina chico.! en los tiempos de ante, el hombre guapo y peleador cargaba todo el tiempo un garrote encabullado, y cuando se presentaba una diferencia entre dos machos, por alguna lavativa, eso era seguro que los contrincantes se encontraban en una cancha de bola o un campo abierto a zumbarse vera tramá.!

En los pleitos de garrote, el espectador tenía que retirarse y mirar la vaina bien lejos, porque en uno de esos cambios podía llevarse un verazo en el lomo o en una canilla. En esos pleitos lo que se oía a lo lejos eran los traqueos cada vez que se pegaban las veras en el aire.

Habían algunos hombres que eran más mañosos que otros y preparaban los garrotes metiéndoles hueso e sapo, y cuando le arrimaban un verazo por el lomo al contrario, eso era seguro que le salía una llaga bien grande que le purulaba sanguaza y duraba tiempo para curársele.

RAMÓN PIÑERO

En Los Valles del Tuy, por los años treinta más o menos por los lados de  Coruma, Caujarito, La Bozúa, del Municipio Simón Bolívar y Cristóbal Rojas, existió un hombre que era bien guapo y garrotero, a quien llamaban Ramón Piñero, ya difunto; que Dios lo tenga en su Santa Gloria.

Ese era un hombre que se fajaba con diez sipotes a punta de vera trancá, y nunca se le conoció que haya recibido un porrazo producto de un garrotazo.

Ramón Piñero esperaba a sus enemigos acostado en el suelo en el medio del camino con un puñal en cruz clavado en la tierra para el lado de su cabecera, y cuando llegaba el enemigo y empezaba el pleito, pelaba por el garrote y en el aire zumbaba el sombrero pa`rriba y le metía tres verazos al contrincante; uno en la costilla, uno en el lomo y otro en la espinilla, y sin dejarlo caer al suelo le caía el sombrero en la cabeza.

A según cuenta la gente que aquel hombre que Ramón Piñero le metía un verazo, seguro que se miaba y quedaba desmayaito en el suelo.

DON RAFAEL ACEVEDO

En San Casimiro, existió el Señor Rafael Acevedo; ya fallecido Dios lo haya perdonado. Él era el padre de nuestro gran amigo y eminente arpista de la música llanera Don Chucho Acevedo.

Los conocidos y allegados de Don Rafael Acevedo dicen que era un hombre más delicado y arisco que una baba recién paría.

Ese hombre era de los que usaban el garrote y casi no se le veía, pero era también ligero para sacar la vera y arrimársela a cualquiera en el cogote.

El señor Rafael era un hombre muy serio, que no le gustaba juego ni nada de esas vainas; eso sí, muy educado como la mayoría de la gente pueblerina.

Cuentan que en una oportunidad llegó otro carajo con ganas de echarle lavativa y le dijo: “¡miré Don Rafael esas alpargatas que usté carga parecen un coroto de hoja e maíz seco! ¡Carajo! no había terminado de hablar este hombre cuando, ¡juapa! ya tenía un verazo en la trompa que le voló todo el lienzo de los dientes de adelante. Al carajo ahí mismo se le puso la bemba como un rollete de cargar santo de lo hinchada que le quedó la trompa.

EL NEGRO LUIS PURROY (El Hombre que se convertía en Comegén)

En Ocumare del Tuy, existió un señor a quien le decían el negro Luis Purroy; ya se murió Dios lo haya perdonado.

Ese era una persona que para todas parte que iba era encaramao en una bestia mular en pelo, y nunca salía sin su garrote.

Ese hombre era tan diestro y ríspero con el garrote que en una oportunidad un carajo de Ocumare también, le zumbó encima una auyama, y con tanta destreza que tenía el negro Luis Purroy, con el garrote la partió como en 10 pedazos. Y en el aire pegó un brinco y las atajó con el sombrero antes que cayeran en el suelo.

Luis Purray era un sipote que nadie se le acercaba por temor a que le fuera arrimar un verazo en una costilla.

Dice la gente que el que hablaba con él tenía que estar más o menos como a tres metros, porque si no eso era seguro que tenía un verazo cruzado en el lomo.

Una anécdota del difunto Luis Purroy, era que cuando se formaban esos pleitos en esos bailes de arpa, siempre él tenía que ver en el asunto, pues era problemático. Salía la policía del pueblo a buscarlo, pero nunca lo conseguían. Era porque Luis Purroy tenía una oración que cuando lo iban a buscar, se convertía en una maceta de comején, y como no lo veían, la policía se iba.

Cuentan que en una oportunidad llegó como Comandante de la Policía de Ocumare un hombre que venía de los lados de Curiepe en Barlovento a quien llamaban Ciriaco Coyante, y cuando le contaron la vaina, se llegó el tiempo en que Luis Purroy armó un pleito en una parranda, y el comandante de la Policía se fue con la comisión y cuando llegó al lugar vio que estaba en un lado de una mata de ceiba un comején bien grande y el comandante le dijo a los policías: ¡Mira! Vamos a llevarnos a este Comején y métanlo en el calabozo, y así mismo fue, al cabo de dos horas más o menos que fueron a ver en el calabozo, estaba el negro Luis Purroy sentado en el suelo. Era que el Comandante sabía la vaina y lo descubrió, porque también tenía mañas y oraciones para convertirse en Comején. ¡Si señor!

Volver a la portada del Blog

FUENTES CONSULTADAS:

Sabiduría Popular, a través de la tradición oral, no comprobada científicamente.

Su opinión es importante ¡Si señor!